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Si la veta amorosa ya estaba en algunos libros anteriores del propio García Montero, en éste se manifiesta con un protagonismo radical y vertebrador. No hay momento, actividad, día que no esté entreverado de la presencia del otro. Hasta los malos pensamientos, las rutinas, el trabajo, el caos urbano, dibujan los peculiares trabajos y días del enamorado. Por encima de las sombras que se cruzan, los tropiezos, las torpezas, el poeta deja clara su voluntad de afirmar la plenitud de su amor, la totalidad de su experiencia: a ese sentimiento pertenece no sólo «la realidad con su mirada inhóspita, / el deseo que nace de los sueños», sino el pasado y el futuro. Si el amor es el sentimiento que rescata de la literatura, aquí comprobamos admirados que también es el que todavía la hace posible
A pesar que la poesia no es lo mio, me esta gustando...
ResponderEliminaradolescentes viejos o viejos adolescentes...no se
José Maria
Yo que venía a comentar el siguiente libro... y no lo veo. Para una vez que me acuerdo... Aprovechando la coyuntura diré que el de Luis G. Montero es muy bueno ;-)
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