Sin duda uno de los
autores jóvenes más importantes que han surgido en la literatura anglosajona de
los últimos años, la británica Zadie Smith asombró a la crítica y al público
lector cuando, con apenas veintidós años, reveló en esta excepcional primera novela
una inaudita capacidad para registrar las grandezas y miserias humanas con un
ojo observador y distante, pleno de humor y sabia ironía. Galardonada con los
premios Whitbread y Guardian, además de quedar finalista en todos los demás
concursos literarios importantes de Gran Bretaña, Dientes blancos ha sido
portada del New York Times y Le Monde y, por si fuera poco, ha ocupado los
primeros puestos en las listas de libros más vendidos en ambas orillas del
Atlántico.
Situado en un barrio
londinense de inmigrantes, el inmenso fresco humano que dibuja la autora tiene
como epicentro las familias de Archie Jones y Samad Iqbal, dos ex combatientes
de la Segunda Guerra Mundial que vuelven a encontrarse después de treinta años
sin verse. Archie está casado con una jamaicana exuberante que ha perdido los
dientes frontales, y Samad con Alsana, bengalí como él, y con las ideas muy
claras. Uno trabaja en un taller de manipulados de papel y el otro se gana el
sustento de camarero en un restaurante, pero su mayor problema no ha sido la
guerra, ni la falta de dinero, ni el hecho de estar casados con mujeres jóvenes
de carácter endemoniado. No, la prueba más dura que les ha deparado la vida es
la relación con sus hijos. Éstos, que deberían llevar a cabo los proyectos
fracasados de sus padres, se rebelan. Se rebelan contra el racismo británico,
contra su propia clase social, incluso contra sus orígenes, su historia y su
barrio. Así, cada uno a su manera, son la prueba viviente de lo difícil que
resulta escapar del propio destino.
Con una acertada mezcla de sátira extravagante y humor corrosivo, y una
profusión de personajes y situaciones que mantienen en vilo al lector, Zadie Smith exhibe una consumada
habilidad de novelista, como si tuviera años de experiencia en el oficio
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