Con la sabiduría del meticuloso
observador que es y gracias a la seductora ceremonia del bien contar, Vargas
Llosa nos induce sin paliativos a dejarnos prender en la red sutil de
perversidad que, poco a poco, va enredando y ensombreciendo las extraordinarias
armonía y felicidad que unen en la plena satisfacción de sus deseos a la
sensual doña Lucrecia, la madrastra, a don Rigoberto, el padre, solitario
practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante de su amada esposa, y
al inquietante Fonchito, el hijo, cuya angelical presencia y anhelante mirada
parecen corromperlo todo. La reflexión múltiple sobre la felicidad, sus oscuras
motivaciones y los paradójicos entresijos del poder putrefactor de la
inocencia, que subyace en cada una de sus páginas, sostiene una narración que
cumple con las exigencias del género sin por ello deslucir la rica filigrana
poética de la escritura.
Sólo un escritor de la talla de Vargas Llosa puede adentrarse de esta manera en los entresijos de la perversión generada desde la inocencia y aliñar el conjunto con detalladas escenas escatológicas que no dejan al lector indiferente.
ResponderEliminarVoy a intentar dejar mi comentario por cuarta vez...
ResponderEliminarLo mal que me cae este hombre y lo bien que escribe
Josep Ma.
Alguien me puede decir que hace este libro en una colección de literatura erótica???
ResponderEliminarJosep Ma.